El duro concreto desplaza a tu madera colonial,
aun así no pierdes la clase de ciudad virreinal, bailas con garbo la elegante marinera,
eres un Edén de flores, capital de la primavera.
En tu plaza de armas hay un grisáceo monumento
que parece estará ahí por un tiempo perpetuo,
estatua como tú: con brío y con donaire,
eres la cuna de mi gran amigo Andonaire.
Tienes la finura y la gracia de Paris,
lujosas casonas como las hay en Madrid,
eres la más bella del norte del país,
rica y dulce como el zumo de la vid.